Una llamada inesperada (1 parte)

La inconfundible voz de Joey Tempest interrumpe mi sueño. Son las 9 de la mañana. Un sábado cualquiera del mes de abril de 1995. Me despierto y voy al salón donde está mama, limpiando la casa mientras escucha "The final Countdown", uno de los clásicos del grupo sueco "Europe", un referente de la época. Una canción de culto.




Está de buen humor, el día anterior me dieron las notas y éstas rebosaban de PA (Progresa adecuadamente) y + (Postitivo). Atrás quedan los reportes llenos de NM (Necesita mejorar).Por lo que se avecina un fin de semana de disfrutar los placeres de la época. Ir al recién estrenado centro comercial de la ciudad a pasar el día ahí.  Pero una llamada lo cambia todo. Es Kiko, compañero de clase, un gañán de cuidado pero con un gran fondo. Me comenta que esa tarde se inaugura la Feria de atracciones y que van a ir todos los de la clase. Acepto a regañadientes. Y es que, hoy os puedo decir, que la feria nunca més gustó. Es más, creo que le tenía hasta fobia. Pero por entonces, uno no iba donde quería ir, sino donde la "masa" de amistades elegía. Y hoy había tocado la feria.

¡Ay Kiko! ¡Que grande que era! Siempre fue el primero en todo. En dar el primer beso a una chica, en llevarse el primer cigarrillo a la boca, en ser expulsado del colegio.... Era un chico con carisma y muy respetado en el colegio. Años después lo encontré por en el Puerto. Después de un emotivo abrazo y de contarme que estaba casado y con dos hijos, me contó que había encontrado un gran puesto de trabajo y que en la actualidad llevaba el papeleo del puerto. Me alegré mucho por el. Sabía que llegaría lejos, y es que desde pequeño tenía una gran visión para los negocios. Juntos montamos la primera Sociedad Limitada que consistía en alquilar revistas pornográficas en el colegio, a razón de 5 ptas la media hora o 25 pesetas el día completo. Incluso, habilitamos un espacio para que los alumnos pudieran pelarse el plátano con total tranquilidad en horario escolar. Lamentablemente, un chivatazo desencadenó una revisión de maletas tanto a Kiko como a mi y el arsenal fue muy elevado. Para más inri, era un colegio de Jesuitas y aquello, por entonces estaba muy mal visto. Que gran recuerdo conservo de aquellos momentos.

Después de despedirme de Kiko en el puerto con la típica frase "hay que quedar un día todos" y nunca sucede, fui a recoger a mi señora a la terminal. Al regresar hacia el coche, volví a cruzarme con Kiko, esta vez con el mono de faena. Una escoba y una pala, recogiendo el papel de las inmediaciones del hotel. Tenía razón, se encargaba de manejar el papeleo del puerto.

Después de la llamada todo cambió, mis planes se iban al traste y me tocaba poner buena cara e ir a la Feria. Antiguamente la hombría de los alumnos de demostraba en situaciones concretas: Una de ellas era no desfilar correctamente cuando los alumnos iban a clase o no ir a gimnasia en chandal. Hoy, por ser el "amo" de tu clase tienes que pegar una paliza a tu profesor y tirarlo por la ventana después. Y la Feria, era otro lugar perfecto para demostrar tu valentía. Y yo, por aquellos tiempos, tenía una fama trabajada durante años y que temía que se fuera al garete por no subir a una de aquellas atracciones de la época. Hoy tocaba dar el callo.

Para la ocasión y debido a que vendrían las chicas de la clase, saqué lo mejor de mi armario. Unos Levis de color azul oscuro y con una raja de palmo en los bajos, las reebok pump (sino las conoces no mereces vivir) y una camiseta lisa. Un buen modelito, sin duda. Por entonces, las chicas solián vestir con las botas DR.Martins (las había negras, azules y rojas), unos vaqueros Lois o Levys y la cazadora Naf Naf. Una chica sin esa cazadora, no era nadie. ¿Os acordáis abueletes?


Y como no, unas gotitas de Brummel. El perfume que todo padre tenía en el baño y que usábamos en ocasiones tan especiales como esa. Y es que pasar una tarde en la Feria era todo un acontecimiento aunque después no podíamos publicar las fotos en el Facebook o Tuenti, pero el recuerdo, siempre lo llevaremos dentro.

Hora acordada y nos vemos frente al campo de fútbol, situado a pocos metros de la feria, que hoy se presenta repleta para dar la bienvenida a la nueva temporada. Familias enteras, jovenes, no tan jovenes, personas mayores.... En fín todo tipo de personas. Eso si, españoles. Y es que en los 90' apenas había inmigrantes.

La Feria era especial. Imagino que tendrá cosas comunes con la actual, no lo sé, hace muchos años que no voy, nunca me han gustado las atracciones e invierto el tiempo y dinero en otras cosas.

Proximamente | 2 parte


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