Mi viaje a Valencia

Protestas en Valencia

Tras una semana marcada por las protestas en Valencia producidas por los alumnos del Instituto Luis Vives decidí partir rumbo a la Ciudad del Turia con el objetivo de conocer de primera mano lo que estaba sucediendo, y es que no es lo mismo leerlo o verlo en TV, que palparlo. Supongo que es similar a estar con una mujer. ¿No?.

Después de mandar cuatro e-mails para avisar que estaría ausente unos días, embarqué rumbo al aeropuerto de mi ciudad. Cada vez que voy me parece más grande. Siempre me encuentro con algún conocido. Esta vez topé con Hector, compañero durante la E.G.B y con quien intercambiaba revistas guarras a principios de los 90'. No era tarea fácil y es que en colegio de jesuitas, pillarte con una revista de esas significaba un buen castigo. Pero vivíamos al límite. 
  • Hombre..... ¡Hector! ¡Cuanto tiempo!
  • ¡Ostia! ¿Como estás?
  • Bien... como siempre.... De viaje...
  • ¿Donde vas?
  • A Valencia, a ver que se cuecen los rojeras
  • (risas) Ten cuidado que no está el horno para bollos
  • Nada... voy en plan turista. ¿Y tu qué? ¿Dónde vas?
  • A ningún lado, trabajo aquí. Me encargo de llevar el papeleo del aeropuerto.
  • Joder... ¡¡¡Como te lo montas!!!
  • Bueno... hago lo que puedo....
Vaya con Hector. Parecía que aquel gañán había conseguido posicionarse y la verdad es que me alegraba mucho por el. A pesar de ser algo fantasmete, es muy buena gente. Me hizo ilusión verle, pero rápidamente tuve que ir a mostrador a hacer el paripé propio de cada vuelo. ¡Qué coñazo!. Cuando le dije a la mujer, muy bonita por cierto, que iba a Valencia me miró de arriba a abajo, imagino que buscando un estilo más perroflautico, pero no encontró lo que esperaba. ¿Yo de izquierdas? Si me perro se llama Franco y calzo un buen bigote desde los 18. ¡Hombre ya!

En el camino hacia la puerta de embarque me crucé con Héctor. Estaba barriendo. Realmente no me mintió. Se encargaba de todos los papeles del aeropuerto. Y de las botellas. Y de cualquier suciedad. Un grande el jodido. Eché unas buenas risas a su costa mientras lo perdía.

¡¡¡DESTINO VALENCIA!!! La verdad es que odio volar. Por suerte el vuelo tan solo duraba media hora escasa, por lo que apenas tuve tiempo de ojear la prensa y me planté en Manises. Gracias a un buen hombre pude saber que a través de la línea 150 del autobús regular podría llegar hasta el centro de la ciudad, y es que el aeropuerto de Valencia, como suele ocurrir, está en las afueras de las ciudades.  Desde el primer momento que llegué a Valencia noté que la mayoría de "debates callejeros" iban entorno a las manifestaciones por parte de los chicos, y como suele pasar, había opiniones diversas como:

  • ¡¡¡No hay derecho que se pegue a unos críos!!!!
  • Más fuerte les tendrían que dar
Me dí cuenta que cualquier comentario sobre el tema generaba un debate. Ya fuera en las tiendas, en el autobús o en el bar. Hablando de bares, paré en uno, y es que las 10 de la mañana es buena hora para poner a prueba el hígado con un buen coñac, un Carlos III como mandan los cánones. Y cayeron dos y tres más. Aquel bar, frecuentado por una mezcla de pensionistas y jóvenes trabajadores, era el lugar ideal para soltar la primera perla del día. Primero tocaba pagar, porque antetodo soy un caballero. 14 € por un par de coñacs. Menudos ratas. Enfilo camino a la salida no sin antes decir en tono alto:
  • Estos jovenes que protestan son el futuro de España. Menos bar y más salir a la calle a protestar. ¡Parásitos! ¡Franquistas!

(continuará)

1 comentarios:

Q dijo...

Esperando la continuación :)

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